El Estado de México, además de ser la entidad federativa más poblada del país, es uno de los destinos más atractivos e infravalorados, con paisajes increíbles, maravillas naturales y pueblos históricos, que te enamorarán con tan solo venir.
En el oriente del estado se encuentran dos de los volcanes más emblemáticos de todo el continente: el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, los cuales inspiran una leyenda de un guerrero y una doncella que murió de tristeza ante la falsa noticia de la muerte del primero en la guerra. Fue al retorno de Popocatépetl que llevó el cuerpo de su amada en una gran tumba bajo el sol al amontonarse diez cerros y veló su sueño eternamente, para de ahí convertirse en los volcanes.
Y es que al pie del Iztaccíhuatl yace uno de los pueblos más bonitos del Estado de México: San Rafael. Esta localidad, ubicada a 50 kilómetros de la Ciudad de México, brilla gracias a contar con casas y construcciones de estilo europeo, muy inspirados en aquellos paisajes en Suiza y los Alpes. Aunque el tiempo ha pasado y se ha visto un poco los estragos, no deja de ser un pueblo que encanta a los visitantes.
Dentro de sus edificaciones de corte europeo, encontramos una en especial: el Casino Cosmopolita, el más claro ejemplo del punto más alto en el esplendor de San Rafael. La historia de este complejo mexiquense data desde mediados del siglo XIX con la llegada de uno de los inmuebles más importantes del poblado: la Ferrería San Rafael.
Esta fundidora fue precisamente la que dio origen al pueblo homónimo, con su establecimiento aproximadamente en el año 1850, gracias a la inversión de los españoles don Andrés Ahedo y don José Sánchez Ramos, quienes le inyectaron 300 mil pesos de aquel entonces para que se formara una papelera que aprovechara los recursos forestales y el agua para desempeñar su función.
Fue esta dupla de españoles la que vio el potencial de la fábrica y aprovechó el negocio del papel para hacerla crecer, así como la vida alrededor de la misma. Entre 16 y 30 inversionistas se animaron a llegar a San Rafael y aprovecharon sus frondosos bosques, sus fuentes naturales de agua, los amplios espacios y a los trabajadores para convertirse en la fábrica de papel más importante de México y de América Latina, con un boom entre 1930 y 1970, con producciones diarias de 100 toneladas de papel, distribuidas en 200 tipos distintos.
Prácticamente todo el pueblo dependía de la fábrica de papel y esto generó un ingreso de dinero considerable, con lo que también se dio paso a la construcción del Casino Cosmopolita, un lujoso complejo con el que los empleados de jerarquía solían entretenerse y relajarse de las tareas del día a día y que bien puede formar parte de la historia del juego en México.
En este casino, los trabajadores disfrutaban de los clásicos juegos de cartas como póker, blackjack, ruleta e incluso algunas máquinas tragamonedas, además de que contaba con un hotel y una pequeña unidad habitacional para los empleados.
Este hermoso complejo era una joya del crecimiento de San Rafael y fue construido a finales del siglo XIX, sirviendo de hospedaje para algunos obreros, quienes aprovechaban la cercanía con la fábrica de papel y recuperaban energías en su restaurante, además de que contaba con un salón de eventos bastante funcional.
Sin embargo, los funcionarios no pudieron aprovechar por tantos años de las bondades del Casino Cosmopolita, pues fuerzas zapatistas la ocuparon durante la Revolución Mexicana, aproximadamente en 1914. Con el fin de evitar daños y cierres tanto de la planta como del casino, se llegó a un acuerdo con los revolucionarios para usar sus instalaciones como base, a cambio de seguir trabajando.
El crecimiento de la zona se mantuvo y el casino siguió ofreciendo sus servicios, en menor medida los de juegos, pero sí los de residencia, restaurante y en calidad de salón de eventos privados. Todo marchaba bien, hasta que llegó 1994 y la producción de la fábrica de papel se redujo considerablemente, pasando a ser adquirido por el gobierno federal.
La fábrica terminó cerrando y el Casino Cosmopolita terminó cerrando sus puertas. Al día de hoy, permanece abandonado y su interior muestra los estragos del tiempo y el deterioro. Pese a esto, resulta curioso que la fachada mantiene su brillo y es un edificio que cautiva a los visitantes que llegan a este singular pueblo.
Perfectamente ambientado con los volcanes de fondo, el Casino Cosmopolita sigue en pie, a la espera de que surja un proyecto o una ayuda para salvar un icónico edificio y parte fundamental de la historia de la región.