Historia del yate Casino El Corsario en Acapulco

La imagen del yate “El Corsario” encallado en la Ensenada de Los Presos en Acapulco resulta irreal , casi de película. Se trata de una hermosa nave destinada al lujo, el juego y el recreo (tan cerca de donde hoy se encuentran tantos casinos de tierra firme), y verla escorada completamente atrapada por las rocas resulta tan extraño como la historia que la trajo hasta allí.

Este barco finalizó su navegación para siempre en 1949, con una tripulación dedicada a un pasaje de alto poder adquisitivo a la que el capitán logró poner a salvo con pericia. Su interior debía ser una copia moderna del Titanic, con lujo donde quisieras poner la mirada, salones de baile, tantos camareros y crupieres como marineros, joyas, billetes, lujosos vestidos y aficionados al casino de la alta sociedad… y de una nueva clase acomodada muy propia de la época, los gangsters.

El hecho de que fuera saqueado el tiempo que estuvo encallado nos ha impedido conseguir hoy en día imágenes de sus interiores, vivo retrato de una época de tanto esplendor como decadencia. Y es que la historia del yate El Corsario está unida para siempre a la historia de la mafia y su vínculo con México. Su misma presencia en las costas mexicanas era un reto a la legalidad del momento, que prohibía el juego. Por ello el bajel esperaba a recibir las visitas obligatorias de las autoridades portuarias locales para justo después anunciar el “hagan juego”.

Hacía en apenas diez días una ruta recreativa entre Los Ángeles y Acapulco que imaginamos sería a todo tren de lujos y comodidades, después de todo se trataba de un viaje de placer.

Los casinos en Acapulco y la mafia

Y es que México era un objetivo de “crecimiento empresarial” para la mafia estadounidense (que en realidad era una traslación de la cosa nostra italiana), y para lograr sus objetivos económicos debían preparar el terreno y convencer a quienes tenían el poder de cambiar las leyes para que les permitieran construir “un nuevo Montecarlo” en pleno Acapulco.

Para ello recurrieron a una de las figuras más interesantes de la historia de esos locos años 40 en Nueva York, hablamos de Virginia Hill. Si bien es conocida por haber sido novia del gangster Bugsy Siegel, ingresó por méritos propios en la lista de personajes protagonistas de la historia de corrupción, juego y crimen organizado de la primera mitad del siglo XX.

En el cine aparecieron con los rostros de Annette Benning y Warren Beatty en una producción dirigida por Barry Levinson de 1991 que se llevó dos premios Oscar (mejor diseño de vestuario y dirección artística) y nada menos que diez nominaciones (entre ellas las de la pareja protagonista, mejor película, director, actores de reparto -nada menos que Harvey Keitel y Ben Kingsley-, guión original, banda sonora -de Ennio Morricone- y fotografía)

Se trataba de una neoyorquina que aterrizó en México por orden nada menos que de Lucky Luciano, que la persiguió para acabar con ella en venganza por haberle robado dinero junto con su novio. Bugsy tuvo menos suerte y Luciano consumó con él su venganza, pero Virgina imploró piedad tras intentar acabar con su propia vida y Luciano la perdonó a cambio de que se encargara de abrirle camino entre los hombres de poder en México, hasta donde quería extender sus redes de narcotráfico, juego y corrupción

Virgina pues llegó con su glamour y sus conocimientos sobre negocios poco claros y tuvo desde el primer momento el objetivo de seducir a los principales representantes del gobierno en México. La idea era inclinar la balanza a favor de una ley del juego que resultara más permisiva y les diera la oportunidad a Luciano y a sus socios mexicanos de construir una ciudad del juego (a imagen y semejanza de su iniciativa en Nevada, la que llegaría a ser la famosa ciudad de Las Vegas).

Su interés estaba centrado en construir hoteles lujosos aprovechando el magnífico paisaje de Acapulco y su espléndido clima para aunar ocio de playa y lujosos resorts con casinos al servicio de los caprichos de los más afortunados.

En los años 20 ya fue México refugio de alta sociedad y beautiful people norteamericana con hambre de ruleta y cócteles tras la aprobación de la Ley Seca que tantos quebraderos de cabeza trajo al país vecino, así que el potencial estaba comprobado y tan sólo quedaba establecer la red de influencias necesario. Un paisaje y un clima como el de Acapulco eran unos ingredientes demasiado sabrosos como para que los famosos capos no quisieran sacarle rendimiento en exclusiva.

Virginia encontró a su primer aliado en el empresario Blumenthal que provenía del show business de Broadway y gracias a él consiguió pasar a formar parte del panorama habitual de la alta sociedad mexicana e incluso ganarse el favor del Presidente Alemán. Pero Edgar Hoover seguía los pasos a la mafia y pronto tuvieron que abandonar sus planes respecto a Acapulco.

Como el yate El Corsario, Virgina embarrancó también (por culpa de los narcóticos) y terminó sus días apenas un par de décadas después. Desde luego su historia fue emocionante y reveló la fortaleza de una mujer en un mundo completamente dominado por los hombres como es el de la mafia.

Algunas fuentes: La cosa nostra en México (1938-1950), de  Juan Alberto Cedillo

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